Den gracias a Dios en todo, porque ésta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5:18)

Este versículo nos mueve a recordar las obras de Dios en nuestras vidas y a nutrir un corazón agradecido. Como indica la Biblia, debemos expresar gratitud en todas las circunstancias.

Es común que, debido al ajetreo diario, nos olvidemos de las bendiciones diarias. Recordar lo que Dios ya ha hecho revela su cuidado en cada etapa, cómo nos ha sostenido en la adversidad, consolado en la tristeza y guiado en los momentos de indecisión.

Al recordar lo que Dios ya ha hecho, recordamos su amor incondicional, su gracia abundante y su fidelidad inquebrantable. La gratitud se vuelve fundamental para mantener la paz y la alegría, independientemente de las circunstancias.

Has cambiado mi lamento en baile; me quitaste la ropa áspera y me vestiste de alegría. 12 Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, ¡te alabaré para siempre! (Salmo 30:11-12)

Cada despertar debe estar acompañado de gratitud a Dios por el don de la vida y las innumerables bendiciones concedidas. Cultivar un corazón agradecido transforma actitudes y relaciones, haciendo de cada día una oportunidad para expresar gratitud a Dios.

Que nuestra memoria inspire un espíritu agradecido a Dios, moldeando nuestras actitudes y relaciones. Que la gratitud sea la melodía que resuene en nuestros corazones, glorificando el nombre del Señor.

Recuerda lo que Dios ha hecho

Para orar:

Señor, te agradezco por tus bendiciones diarias. Concédeme un corazón agradecido, que reconozca tu presencia en cada momento. Fortalece mi fe y guíame a vivir en gratitud, reflejando tu amor. En el nombre de Jesús, amén.

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